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Es imprescindible que se sensibilicen con la problemática del medio cuanto an-
tes, haciéndoles comprender que no se trata solo del espacio en el que se desarrolla la
vida de los seres vivos, sino que implica a otros elementos tan imperceptibles a simple
vista como nuestra propia cultura.
Se trataba, pues, de mostrarles qué es la naturaleza, por qué es importante y
cuántas cosas tenemos gracias a ella. Y así es como surgió el primer capítulo de nuestro
libro. A partir de ahí, los interrogantes de nuestros niños y niñas se convirtieron en el
hilo conductor del mismo.
En el Zenobia siempre consideramos que la mejor manera de enseñar es reali-
zando actividades motivadoras con la participación de la Comunidad Educativa: que
la escuela salga al entorno, pero que el entorno también entre en la escuela. Así pues,
como de costumbre, hemos contado con la colaboración y ayuda de todas las personas
e instituciones a las que hemos acudido, quienes les han transmitido un mismo mensaje:
“tú también puedes, tu papel también es importante”. Ellos y ellas (técnicos, volunta-
rios y voluntarias, asociaciones, etc.) les han ayudado a desarrollar su imaginación,
asociando palabras y colores a paisajes, potenciando las creaciones colectivas y, lo
más importante, transmitiendo aprendizajes lúdicos, susceptibles de promover actitudes
responsables de protección del medio, tanto dentro como fuera del aula.
Visitar los espacios naturales de nuestro entorno, trabajar en el taller de semi-
llas, aprender qué es la huella de carbono, conocer animales en peligro de extinción,
realizar sencillas manualidades, saber que hay personas que, de forma totalmente des-
interesada, se preocupan por acoger a los animales o descubrir todo lo que conlleva la
recogida selectiva y el reciclaje, son algunas de las actividades que nos han facilitado el
desarrollo de esos aprendizajes propuestos.
Personalmente, me queda la incertidumbre de saber si habremos conseguido re-
solver algunas de sus ambiciosas dudas, ya que explicar realidades como la que doloro-
samente nos aconteció este verano, ni yo siquiera consigo entenderlas. Sin embargo, de
lo que sí que estoy convencida es de que las poesías, los dibujos, las canciones, las cartas
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por conservar y proteger el medioambiente, así como la necesidad de aportar soluciones
urgentes.
Dice Carlyle que “si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia,
solo será cuestión de tiempo recoger sus frutos”. Nuestro Equipo Docente ha sembra-
do la semilla con el convencimiento de que era el momento propicio y, si por algo nos
caracterizamos, es por nuestra tenacidad y constancia; así que no nos queda nada más
que esperar a ver cómo la sociedad recogerá sus frutos en un mañana no lejano.