Recreando a Platero
C.E.I.P. Zenobia Camprubí
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PRÓLOGO
Pocos lugares como Moguer, con solo mencionarlo, evocan en sí mismos
la esencia profunda de la palabra convertida en poesía. Los espacios que lo
circundan están llenos de la hermosura mejor que da la palabra en su sentido
lírico.
Decir Moguer es decir calle de la Ribera, calle Nueva, Fuentepiña, Pino
de la Corona, Montemayor, repetido en su orografía hasta los límites más ex-
tensos de una toponimia convertida en sagradas formas telúricas para la tierra
de Platero.
Y Platero es en la sencillez primera. Pocos textos de nuestra literatura
contemporánea, siguiendo solamente el hilo conductor de la figura de un
burrillo color de plata, han reflejado mejor el cotidiano existir de la vida de
un pueblo. La sucesión de las vivencias, recogidas por nuestro Juan Ramón,
alcanzan como una sinfonía perfecta el ritmo de los días que vivió el poeta, en
armonía plena del hombre con su naturaleza. Vemos pasar las estaciones con
sus colores impregnados en los cielos de un Moguer siempre hermoso, trans-
formarse sus campos, en bellas estampas de dulzor, y sobre todo, observamos
una sin par galería de personajes, con sus miserias y grandezas, rodeados de
la esencia más sublime que pudo recoger el poeta en su pueblo.
¡Y qué esplendor recorrer los pasajes de Platero, tan vivos y dinámicos,
como recién escritos! Reconocer en ellos a nuestras gentes como si estuviesen
aún vivas, sentir la inmensidad profunda del sentimiento humano, la belleza
permanente de este lugar donde hemos nacido. Nos trae siempre Platero un
olor que nos inunda, y nos hace recorrer, privilegiados dueños de su pueblo de
ahora, la luz infinita de calles y campos. Acercarnos a su lectura es revivirnos
con Juan Ramón, montar a lomos de su Platero en un recorrido mágico por el
Moguer Universal que nos entregó un día.
El Moguer coronado por el Andaluz Universal es siempre una corriente
continua del quehacer de sus hombres y mujeres, engendradores del traba-
jo, abiertos como sus inmensas playas al sol de las dunas fijas en una tarde
de primavera. De aquí destella el mejor horizonte que supieron labrarse sus
gentes.
Un Moguer de hoy que sabe recoger lo mejor de sus tiempos en la
ofrenda que día a día entrega a las generaciones venideras… Tiempos para
descubrir… Tiempos para crear… Tiempos en sí mismos formados a la luz del
Moguer que avanza.
-ANTONIO RAMÍREZ ALMANZA-
Director Casa Museo Zenobia-Juan Ramón Jiménez