

CEIP Zenobia Camprubí - MOGUER
64
Rafael Redondo, poeta moguereño, nació en Moguer y es diplomado en relaciones
laborales.
Su primer trabajo fue en la panadería de su padre y, aunque dejó los estudios, seguía
con su gran inquietud por aprender; por eso se compró un libro de mecanografía para
aprender a escribir a máquina, aunque seguía teniendo faltas de ortografía.
Su siguiente trabajo fue de conserje en un hotel y, después, en la refinería, como encar-
gado de personal. Este trabajo hizo que tuviese que superarse para llevarlo bien. Siguió
estudiando y abrió en Moguer una gestoría. Cuando acababa en la refinería por la
tarde se iba a trabajar a la gestoría.
A lo largo de su vida hizo otros trabajos: empleado en una fábrica de conservas que se
exportaban a Egipto, repartidor de butano, vendedor de cemento, de coches e, incluso, de
cocinas de butano.
De pequeño le gustaba poner la liria y, allí, Ángel López (familiar de JuanRamón)
le leía poemas que le gustaban e iban aumentando su inquietud poética.
Conoció a Francisco Garfias y fue al entierro de Juan Ramón Jiménez, de quien su
padre le hablaba a menudo.
A partir de los 60 años comienza a escribir y a recopilar lo que iba escribiendo, siendo
su primer libro “Viento y pensamiento” y el segundo “Poemas de cristal”, en el que
habla de la luz, del cristal, del agua,…
A su hija también le gusta escribir y ha escrito algunos poemas.
Los beneficios de sus libros los dona a las Hermanitas de la Cruz para los necesitados.
Aunque le gusta más escribir poesía porque es más rápido, también ha escrito en prosa:
“Dignidad de la mujer” y “Paseo por la ribera”. De pequeño escribió algo que aún
está en su pensamiento pero que perdió: “El pastorcito de la Rocina”. A pesar de estar
jubilado sigue con su trabajo en la gestoría y tiene la ilusión de editar su tercer libro.
Junto a su afición por escribir tiene otra gran afición que es la caza.
Toda su vida se puede resumir en una palabra:
INQUIETUD
.
Rafael
Redondo