Recreando a Platero
C.E.I.P. Zenobia Camprubí
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la pata, Platero. ¡Cuánto tuvo que dolerte!
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Pero, ¿sabes?, tú tuviste suerte porque una
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le pasó algo parecido en el camino del Rocío. Se
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trataba de un hermoso caballo tordo de cinco años
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de edad. Tenía las patas blancas y una larga crin,
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también muy blanca. Llevaban dos días de camino
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y ya faltaba poco para entrar en la aldea cuando,
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de pronto, empezó a cojear. Enseguida advirtieron
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que había pisado unos matojos llenos de pinchos y
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tenía algo clavado en una pata. Todos los esfuerzos
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por quitárselo fueron en vano. Debió sentir tanto
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dolor que no permitía que nadie lo tocara. Al final,
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decidieron continuar el camino muy lentamente para
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que, al llegar al Rocío, fuese atendido por un
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descansar. Cuando fueron a verlo, ya el caballo
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había muerto. Seguramente la herida se le había
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infectado por el camino.
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